Hace mucho, mucho
tiempo, en una tierra ya antigua, en la que vivían brujas y ogros, los hombres
se sentían desdichados. Una época en la que sólo se podía entender lo bueno o
lo malo, sin término medio. El bueno lo era tanto que hasta se le permitía hacer
el mal para lograr el bien. Corría de boca en boca, entre los hombres tristes
por su destino, una leyenda. La leyenda aseguraba que existía un reino más allá
de las fronteras de la tierra antigua. Se trataba de un reino hermoso y justo,
aislado por paganos e infieles. Su rey, digno heredero de sus antecesores,
sabios y eruditos reyes, era justo, inteligente y paciente.
Un día, –continuaba la
leyenda– llegó a los oídos de este rey, la existencia de una extraña tierra en
la que las brujas y ogros mandaban, controlaban y regían el destino de los
hombres, cada vez a un nivel mayor de vileza. Que en esas tierras había un rey
pero no hacía más que caerse, y hablar sólo una vez al año a través de una
caja, tonta la llamaban. Había un ¿malvado? primer ministro, pero no hacía más
que culpar al pueblo de los errores y desatinos suyos y de sus amigos. Hablaba
sólo a sus adláteres y acólitos a través de una caja dentro de otra caja, tonta, tonta. Allá ocurría una serie de acontecimientos que no eran lo que parecían
ser en un principio. Todos estos cuentos para no dormir animó a este Rey Sabio
a partir hacia ese mundo tan extraño.
Pero nunca se supo
dónde fue o dónde llegó. Con el tiempo, las brujas esclavizaban más y más a los
hombres, lo ogros se caían más y más y culpaban al pueblo por ello, haciéndoles
pagar, al hombre, generación tras generación cada robo, cada caída, cada error
que las brujas y ogros cometían.
No os lo vais a creer,
y son pocos los que saben lo que os voy a decir, pero ha llegado a mis manos el
cuaderno de bitácoras de su estancia en aquel insólito sitio de tribulaciones.
Aquí tenéis el cuaderno de bitácoras de EL PRESTE JUAN.
Víctor Gabriel Arjona
No hay comentarios:
Publicar un comentario